Shinrin Yoku, una técnica japonesa que ha tenido grandes resultados en la población nipona. No sería de extrañar que en un futuro bastante próximo, en una de nuestras visitas al médico la prescripción a muchas de nuestras dolencias fuera paseos por el bosque o simplemente abrazar un árbol con los pies descalzos en la tierra cada dos a tres veces por semana, de una duración aproximada de una hora, durante algunos meses. Es muy probable que al regreso a la consulta muchos de los padecimientos como pueden ser presión sanguínea alta, estrés, ansiedad o incluso diabetes hayan tenido una mejora notable, y lo mejor, sin costo alguno
El Shinrin-Yoku o “Baño de bosque” es una práctica que nos llega desde Japón, donde sus beneficios se han estudiado a profundidad por motivo de las lamentables cifras de suicidios que se reportan anualmente en el país nipón. Como una alternativa esperanzadora al acuñado karoshi –muerte por exceso de trabajo- la terapia del bosque ha logrado que los japoneses dirijan su atención a sus áreas verdes en aras de recuperar su equilibrio y paz. Este arte requiere poner todos nuestros sentidos en la experiencia de visitar un bosque u otro tipo de zonas verdes como puede ser un parque.
Se considera que el Shinrin-Yoku está inspirado en las tradiciones sintoístas, las cuales poseen una fuerte relación con las deidades de la naturaleza. También existe la idea de que este término, aunque de reciente creación, ya existía de otras formas hace más de mil años donde podía verse formando parte de una gran cantidad de poemas japoneses que resaltaban la relación con la naturaleza y sus elementos.
Estudios que avalan sus beneficios
Uno de los pioneros en los estudios sobre el impacto de la naturaleza en nuestra salud y bienestar es Miyazaki, antropólogo fisiológico y vicedirector de Chiba University’s Center for Environment, Health and Field Sciences, muy cerca de Tokio. Miyazaki sostiene que el ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la naturaleza y es allí donde se siente más cómodo y a gusto, como comentaba a la revista Outside Magazine.
Este científico y su colega Juyoung Lee, también de la Chiba University, han realizado tests en 600 sujetos desde 2004, que han demostrado que entre los que frecuentan los bosques la hormona cortisol desciende en un 12,4 %, al igual que la actividad del nervio simpático en un 7%, y la presión sanguínea, que baja una media de 1.4%. Además, los que practican el Shinrin–Yoku tienen un descenso en la media de infartos de un 5,8 %. Los participantes en el estudio reconocen también que se encuentran con mejor ánimo y que el nivel de ansiedad ha bajado.
Dichos estudios empiezan a demostrar, gracias a técnicas avanzadas de neurobiología, que interactuar con la naturaleza disminuye la actividad del córtex prefrontal, la parte del cerebro, donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones. En cambio, la actividad se desplaza a otras partes del cerebro relacionadas con la emoción, el placer y la empatía, características más próximas a la creatividad que a la productividad.
El inmunólogo Qing Li, de la Escuela de Medicina de Tokio, ha demostrado también que un paseo por un bosque o por un parque aumenta significativamente la concentración de células NK –siglas procedentes del inglés natural killer- en sangre, un tipo de glóbulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y el cáncer. Según Li, los compuestos volátiles emitidos por los árboles son los principales responsables de este efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario. Muchos de estos compuestos aromáticos naturales, como pinenos, limonenos, cedrol o isoprenos, son usados en aromaterapia y medicina holística.
Y para aquellos más escépticos que necesiten de evidencias científicas, una serie de estudios del doctor Qing Li, de la Escuela de Medicina de Tokio, sostiene que pasear por el bosque aumenta de manera importante la creación de células NK en sangre (del inglés, natural killer) que contribuyen a luchas contra ciertas infecciones y el cáncer. Según este inmunólogo, las sustancias que desprenden ciertos árboles como los cedros, pinenos, limonenos, cedrol o isoprenos, que son usados además en aromaterapia y medicina holística. Estas sustancias tienen un efecto antimicrobiano y supresor de tumores, lo que es un gran beneficio para nuestro sistema inmunitario. Otra de las personalidades más influyentes que han dedicado su carrera al estudio de los baños de bosque es Yoshifume Miyazaki, de la Universidad de Chiba.
Cómo practicarlo
Conecta con la naturaleza dejando volar tu mente y sintiendo la conexión con todo lo que te rodea.
Abre al máximo todos tus sentidos y presta atención a todo lo que el bosque te ofrece.
No tengas prisa, tómate tu tiempo. Apaga tu celular. No se trata de hacer senderismo y cubrir una ruta determinada en cierto tiempo, recuerda que no estas ejercitando tu cuerpo sino tus sentidos. Es más, para que comiences a sentir sus efectos no es cuestión de un solo paseo, por lo que deberás repetir esta experiencia en más ocasiones para que desarrolles tu relación con el bosque.
De vez en cuando siéntate y relaciónate con el entorno. Huele las flores. Quítate los zapatos y que la planta de tus pies toque tierra por al menos 45 minutos. Toca el suelo y los árboles, observa con calma el movimiento de las hojas y los animales. Siéntete uno con el bosque. Aunque lo ideal en la práctica del Shinrin-Yoku es llevarla a cabo por tí mismo, algunas asociaciones recomiendan estar acompañados por un guía o terapeuta forestal que te ayudará a tomarte con calma la experiencia y vivirla más intensamente.
Es habitual en este tipo de sesiones que al comienzo se realicen mediciones de la presión arterial y las pulsaciones para que después de la visita pueda constatarse el efecto beneficioso de la misma.
Como experiencia personal de este servidor en la práctica de esta rutina, puedo dar fe de sus increíbles beneficios si padeces de estrés o ansiedad. Así que anímate y date un buen “baño de bosque”, saldrás de él descargado de malas vibras, tranquilo y más empático con todo lo que te rodea.