La fresa (o frutilla) es una fruta aromática, folato, alta en fibra, vitamina C, potasio y antocianinas. Las antocianinas, que son compuestos antioxidantes llamados flavonoides, son los pigmentos (colorantes) producidos por muchas plantas para atraer a las aves y los insectos necesarios para la dispersión de sus semillas y la polinización.
Además de ricas, resulta que las fresas tienen muchas virtudes si pensamos en nuestra salud. Ya hemos sabido que reducen el riesgo de ataque al corazón, protegen el estómago frente al daño del alcohol o fortalecen los glóbulos rojos frente al estrés oxidativo, como vio en el 2011 un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica delle Marche ( Italia ).
Varios estudios previos demostraron que el consumo de fresas podría reducir el riesgo de cáncer colorrectal. Además, la fresa podría ser utilizada como un anti-inflamatorio y podría ayudar a mejorar la absorción del hierro.
En el estudio reciente, ese mismo equipo –junto a expertos de las universidades de Salamanca, Granada y Sevilla– analizó los resultados de los participantes saludables que comieron diariamente 500 gramos de fresas durante un mes.
Se recopilaron datos sobre sus niveles de colesterol, así como marcadores de estrés oxidativo y del estado antioxidante al principio del estudio, después de 30 días y otra vez 15 días después de terminado el estudio.
Los resultados, publicados en el Journal of Nutritional Biochemistry demostraron que el consumo de fresas redujo significativamente los niveles de colesterol total, de lipoproteínas de baja densidad (LDL o “colesterol malo”) y de triglicéridos en comparación con los mismos al inicio del estudio.
Los niveles del colesterol de lipoproteína de alta densidad (HDL o “colesterol bueno”) no cambiaron. Los autores notaron que comer fresas también disminuyó los marcadores de estrés oxidativo e incrementó el estado antioxidante de los participantes.
El consumo de las fresas también mejoró otros parámetros como el perfil general de los lípidos en el plasma, los biomarcadores antioxidantes (como la capacidad de absorción de radicales de oxígeno o la vitamina C), las defensas antihemolíticas y la función plaquetaria. Todos los parámetros volvieron a sus valores iniciales a los 15 días de abandonar el tratamiento con fresas.
Los autores concluyeron que el consumo de fresas puede tener beneficios para los niveles de colesterol, así como para el estado antioxidante, contribuyendo a la salud general del corazón.
Por otra parte, el equipo de investigadores ha confirmado en otros estudios que comer fresas también protege frente a la radiación ultravioleta, reduce los daños que produce el alcohol en la mucosa gástrica, fortalece los eritrocitos o glóbulos rojos y mejora la capacidad antioxidante de la sangre.