La medicina ha sido uno de los pilares que más se ha beneficiado con la aplicación de los avances tecnológicos. Gracias al desarrollo de los mismos, se ha permitido plantear propuestas de tratamientos en el campo de la psicoterapia. Una de las técnicas nacidas con éxito de esta sinergia ha sido la biorretroalimentación (Biofeedback en inglés). La investigación sobre esta disciplina se inició en los años 60, pero fue en la década de los 80 cuando expertos en Neurología y Psicología la emplearon como Terapia Neuropsicológica a todo tipo de patologías, enfermedades y trastornos relacionados con el sistema nervioso. Hoy en día es una de las alternativas a las tradicionales técnicas de relajación, más utilizada por los profesionales de la salud, dirigida especialmente a la reducción del estrés y la ansiedad.
¿En qué consiste?
La biorretroalimentación es una técnica mediante la cual la actividad fisiológica del paciente es monitoreada por un sistema de sensores. Estos dan la información en tiempo real al paciente, ya sea auditiva o visual, sobre esta función específica del cuerpo. De este modo la persona aprende a controlarla voluntariamente, asociando esos fenómenos con ciertas sensaciones. Con la suficiente práctica, posibilita que el grado de control aprendido sea suficiente, siendo capaz de regular ciertas funciones corporales para producir efectos clínicamente importantes.
Aplicaciones
Aunque los resultados más notorios de su aplicación se encuentran en el control del estrés y la ansiedad, esta disciplina tiene diversas aplicaciones para la salud tanto física y mental, como:
- Asma
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
- Efectos secundarios de la quimioterapia
- Dolor crónico
- Estreñimiento
- Incontinencia fecal
- Fibromialgia
- Dolor de cabeza
- Presión arterial alta
- Síndrome de colon irritable
- Enfermedad de Raynaud
- Zumbido en los oídos (tinnitus)
- Accidente cerebrovascular
- Trastorno de la articulación temporomandibular
- Incontinencia urinaria
Tipos de biorretroalimentación
Precisamente por ser tan simple la técnica puede aplicarse en muchos casos, por lo cual requiere de una gran variedad de sensores, equipos y programas informáticos. Estos son sus diferentes tipos.
1. Neurofeedback
Gracias al neurofeedback los pacientes son informados sobre el modo en el que se activa su cerebro en ciertas situaciones. Esto hace posible que el paciente relacione las experiencias subjetivas acerca de lo que siente y piensa con la retroalimentación que le aportan las máquinas, teniendo así una referencia acerca de en qué momentos y situaciones se realizan progresos y cuándo no.
2. Registro del sistema nervioso somático
Este es el tipo de biofeedback en el que los sensores recogen información sobre el sistema nervioso somático, que es el que transmite órdenes voluntarias desde el cerebro hacia los músculos. Así, este método permite registrar información relativa al tono muscular, fundamentalmente a través de un método llamado electromiograma.
3. Registro del sistema nervioso autónomo
El sistema nervioso somático es el que transmite órdenes relativas a acciones involuntarias, como la regulación del ritmo cardíaco, de la temperatura corporal o del tipo de sustancias segregadas en el sistema digestivo, entre otros. Por eso, utilizar sensores sobre él permite controlar mejor estos procesos y corregirlos cuando hay desequilibrios.
Es muy importante mencionar que el control específico de una respuesta corporal no conlleva un cambio específico necesariamente, ya que este control específico puede repercutir en muchos otros aspectos de la vida del paciente. Es decir, se producen consecuencias en otras variables de la conducta, tanto motoras como cognitivas, implicadas también en el problema.
Por tanto, cuando ejercemos un mayor control de una respuesta fisiológica, este control permitirá que desarrollemos otras conductas más eficientes para nuestro desarrollo personal, cognitivo y social.