Aunque suele distinguirse entre cirugía mayor y cirugía menor, muchos procedimientos quirúrgicos presentan características de ambos tipos de cirugía.
Cirugía mayor
La cirugía mayor conlleva casi siempre la apertura de una de las principales cavidades del cuerpo: abdomen, tórax o cráneo. La apertura del abdomen se denomina laparotomía, la apertura del tórax se denomina toracotomía, y la apertura del cráneo se denomina craneotomía.
La cirugía mayor puede comprometer órganos vitales. Generalmente, la intervención se lleva a cabo con anestesia general en un quirófano y por parte de un equipo especializado de médicos. Por lo general, después de una cirugía mayor se requiere una estancia de una noche como mínimo, pero en la actualidad algunos procedimientos quirúrgicos mayores se realizan de forma segura en un entorno ambulatorio, ya sea en un hospital o en un centro de cirugía ambulatoria independiente.
Los médicos consideran muchos factores para determinar si un procedimiento quirúrgico mayor se puede realizar de forma ambulatoria, incluyendo la salud general de la persona y el riesgo de complicaciones, la complejidad de la cirugía y la presencia de un hospital cercano en caso de que la persona necesite ser trasladada.
Cirugía menor
En la cirugía menor no hay apertura de las cavidades mayores del cuerpo. Se puede requerir el uso de anestesia local, regional o general, y se puede llevar a cabo en un servicio de urgencias, en centros de cirugía ambulatoria o en la propia consulta del médico. No suele afectar a órganos vitales, por lo que este tipo de cirugía puede ser llevada a cabo por un solo médico, que puede ser cirujano o no. En general, la persona puede volver a su domicilio el mismo día de la intervención quirúrgica menor.
Riesgo quirúrgico
Los riesgos de la cirugía (es decir, la probabilidad de que la cirugía cause la muerte o un problema grave) dependen del tipo de cirugía y de las características de la persona. Los tipos de cirugía que tienen mayor riesgo son: Cirugía cardíaca o pulmonar, Cirugía hepática.
Además, las cirugías abdominales que necesitan mucho tiempo para poder completarse o tienen mayor riesgo de que se produzca una hemorragia importante. Extirpación de la glándula de la próstata.
Intervenciones mayores en los huesos y las articulaciones (por ejemplo, reemplazo de cadera).
Por lo general, cuanto peor es el estado de salud de una persona, mayor es el riesgo de la cirugía. Algunos problemas de salud que aumentan el riesgo quirúrgico son:
Antecedentes y factores de riesgo de arteriopatía coronaria. Antecedentes de insuficiencia cardíaca. Antecedentes de ictus o accidente isquémico transitorio. Síntomas de dolor torácico causado por enfermedades de las arterias coronarias (angina). Desnutrición (frecuente en personas mayores internadas en establecimientos sanitarios). Enfermedades graves de pulmón o hígado. Nefropatía crónica. Sistema inmunitario debilitado (por ejemplo, debido al tratamiento con corticoesteroides a largo plazo). Diabetes que necesita tratamiento con insulina. Obesidad.
Los riesgos suelen ser más elevados en personas de edad avanzada. Sin embargo, dependen más del estado de salud general que de la edad. Las enfermedades crónicas que aumentan el riesgo de la cirugía, así como otras alteraciones que pueden solucionarse con tratamiento (como la deshidratación, las infecciones, los desequilibrios en los fluidos corporales y electrólitos, y en particular la insuficiencia cardíaca y la angina) deben controlarse lo mejor posible mediante tratamiento antes de una operación.
Segunda opinión
La decisión de someterse a una intervención no siempre es directa. Puede haber opciones no quirúrgicas de tratamiento, y puede haber varios procedimientos quirúrgicos posibles. Por lo tanto, es posible que la persona busque la opinión de más de un médico (ver Obtener una segunda opinión). Algunos seguros de salud requieren una segunda opinión antes de una intervención quirúrgica electiva. Sin embargo, los expertos pueden no ponerse de acuerdo en qué médico debe dar una segunda opinión.
Algunos expertos recomiendan obtener una segunda opinión de un médico que no sea cirujano para eliminar cualquier sesgo hacia una intervención quirúrgica cuando una de las opciones sea un tratamiento no quirúrgico.
Otros expertos recomiendan que sea otro cirujano el que dé una segunda opinión, porque este conoce mejor las ventajas y desventajas de la cirugía que un médico que no sea cirujano.
Algunos expertos recomiendan establecer de antemano que el cirujano que da una segunda opinión no realice la operación para que no haya conflicto de intereses.
Cirugía mínimamente invasiva
Actualmente, los avances técnicos permiten realizar intervenciones con incisiones más pequeñas y menos rotura de tejido que la cirugía tradicional. Para realizar estos procedimientos, los cirujanos introducen dispositivos de iluminación de pequeño tamaño, cámaras de vídeo e instrumentos quirúrgicos a través de incisiones «del tamaño del ojo de una cerradura», es decir, lo menores posible.
Así, pueden realizar procedimientos utilizando las imágenes que se transmiten a los monitores de vídeo como guías para manejar los instrumentos quirúrgicos. En la cirugía robótica, las cámaras ofrecen a los cirujanos una vista tridimensional y éstos controlan los instrumentos quirúrgicos desde una computadora.
La cirugía mínimamente invasiva recibe varios nombres en función de la zona donde se realice: laparoscopia en el abdomen, artroscopia en las articulaciones y toracoscopia en el tórax.
Dado que produce una lesión tisular menor que la cirugía tradicional, este tipo de cirugía presenta varias ventajas, entre ellas las siguientes:
Estancia hospitalaria más corta (en la mayoría de los casos). A menudo, menos dolor tras la operación. Menor riesgo de infección en el lugar de la intervención. Vuelta pronta al trabajo
Tendencia a cicatrices más pequeñas
Sin embargo, las personas que se someten a este tipo de cirugía subestiman con frecuencia las dificultades que puede presentar, y en algunas ocasiones también lo hacen los cirujanos. Dado que los cirujanos utilizan un monitor de vídeo, tienen solo una visión bidimensional del campo operatorio.
Del mismo modo, los instrumentos quirúrgicos utilizados tienen mangos de mayor longitud y se controlan desde el exterior del cuerpo del paciente, por lo que el cirujano puede usarlos de forma menos natural que los instrumentos quirúrgicos tradicionales. Por estas razones, la cirugía mínimamente invasiva tiene inconvenientes potenciales: A menudo requiere más tiempo que la intervención quirúrgica tradicional.
Más importante aún, los errores son más probables que con las técnicas tradicionales, sobre todo cuando el procedimiento es nuevo, por causa de la propia complejidad de este tipo de cirugía.
La persona también debe saber que aunque la cirugía mínimamente invasiva puede causar menor dolor que la intervención quirúrgica tradicional, el dolor sigue apareciendo, a menudo más de lo que se esperaba.
Dado que la cirugía mínimamente invasiva es técnicamente difícil, la persona que va a someterse a una intervención debe hacer lo siguiente: Elegir a un cirujano muy experimentado. Determinar claramente si la cirugía es necesaria. Preguntar al cirujano cómo va a tratarse el dolor.
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