Enfermedades

La diabetes, una enfermedad milenaria

La diabetes se conoce desde hace miles de años. Su nombre proviene de los vocablos sifón (diabetes) y melli, miel (mellitus). Es una enfermedad referenciada en el papiro de Ebers (uno de los más antiguos tratados médicos conocidos y redactado en Egipto), que data del siglo XV a.n.e, hace casi 3 500 años.

En el 4000 a.n.e., Charat y Susrut hicieron notar lo dulce de la orina y describieron una relación con la obesidad y la tendencia a pasar de una generación a otra a través de una “semilla”. Ellos definen con estas observaciones dos tipos de diabéticos: los delgados y los obesos.

En el siglo II d.n.e, el notable médico Areteo de Capadocia le dio a esta afección el nombre de diabetes ―que significa en griego, correr a través―, refiriéndose al signo del ansia de tomar agua y la salida rápida de la misma por medio de la orina.    Es lo que hoy conocemos como polidipsia (beber abundante agua) y poliuria (orinar mucho).

El príncipe de la medicina persa, Ibn Sina (Avicena), habla con precisión de este trastorno en el Canon de Medicina (enciclopedia) y lo asocia a la gangrena. Sin embargo, transcurrió un largo período hasta que Thomas Willis, en 1679, realizó una descripción de ese padecimiento y lo identificó como mellitus.

Cien años después, Willis Dodson demostró que esa “dulzura” en la orina se debía a la presencia de azúcar en la sangre y propuso la clasificación de diabetes mellitus y diabetes insípida (porque no había presencia de orina dulce).

En 1889, Josef von Mering y Oskar Minkowski producen la insulina de forma experimental. Fueron el doctor Banting y su alumno Charles Best quienes consiguieron, en 1921, aislar la insulina y demostrar su efecto hipoglucemiante.

La historia está llena de personajes famosos que padecieron la diabetes: Alcibíades,  general ateniense que había notado que sus heridas y rasguños en las batallas sanaban muy lentamente; se cree que Homero pudo haber quedado ciego a causa de una retinopatía diabética; el emperador y filósofo romano Marco Aurelio Verus se convirtió en vegetariano y logró controlarla; Luis XIV la heredó de su abuela María de Medicis.

También la sufrieron artistas célebres como Paul Cézanne y Oswaldo Guayasamín (pintores), Giacomo Rossini (músico), H. G. Wells (novelista británico, autor de La guerra de los mundos), Ernest Hemingway (premio Nobel de literatura), y Mario Puzo (autor de El Padrino).

En el cine son varias las personalidades que padecieron este mal, entre ellas la diva Elizabeth Taylor, Marcello Mastroianni, y George Lucas (director de filmes como La guerra de las galaxias). Y Woody Allen (director, escritor, actor y comediante estadounidense), que al otorgársele el Premio Príncipe de Asturias, en 2002, exclamó: “Yo no me merezco este premio, pero tengo diabetes y tampoco me lo merezco”.

En verdad esa es una afección que no nos merecemos y cuya expresión dependerá de varios factores. El tratamiento incluye dieta, ejercicio y fármacos que disminuyan los niveles de glucosa.

En pleno siglo XXI, a pesar de disponer de insulina de mejor calidad, de análogos de la insulina y de hipoglicemiantes orales más potentes, la diabetes sigue siendo un problema de salud mundial, principalmente por la macro y la microangiopatía diabética.

*MSc., Profesora Auxiliar de Medicina interna, Jefe Grupo de investigación sobre Historia, Arte y Medicina (HiSTARMeD), Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo