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El estreñimiento podría ser un indicador de deterioro cerebral y de riesgo de demencia

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El estreñimiento crónico podría no solo ser un indicador de la salud intestinal, sino también una señal de advertencia potencial de los declives en el pensamiento sugiere un estudio preliminar.

Los investigadores encontraron que entre más de 110.000 adultos de mediana edad y mayores de EE. UU., los que tenían un estreñimiento crónico (menos de tres deposiciones por semana) también mostraron señales de un cerebro “más viejo”.

En comparación con sus contrapartes que tenían un tránsito intestinal regular, en general tuvieron un peor rendimiento en pruebas de la memoria y el pensamiento, equivalente a tres años de envejecimiento. Y tenían un 73% más de probabilidades de decir que sus habilidades cognitivas estaban menguando.

Los hallazgos, que se presentaron el miércoles en una reunión de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer’s Association) en Ámsterdam y en línea, se consideran preliminares. Y no prueban que el estreñimiento en sí provoque de alguna forma que el cerebro que envejece se deteriore más rápido.

Pero los expertos apuntaron que los hallazgos amplían las evidencias que conectan la salud intestinal con la salud del cerebro.

Los investigadores teorizan que una posibilidad es que el estreñimiento y la cognición se vinculen a través del microbioma intestinal. Esta es la amplia variedad de bacterias que viven naturalmente en los intestinos y que tienen importantes roles en muchas funciones corporales.

En los últimos años, un número creciente de investigaciones han observado los vínculos entre el microbioma intestinal y varias enfermedades, entre ellas enfermedades cerebrales degenerativas como el alzhéimer. La pregunta es si ciertos perfiles de microbioma intestinal, es específico una abundancia de unas bacterias particulares “malas” o una escasez de otras “buenas”, podrían contribuir a estas afecciones de la salud.

Por ejemplo, un estudio reciente encontró que las personas con marcadores tempranos de alzhéimer (la acumulación anómala de proteínas en el cerebro) también tenían unos microbiomas intestinales con un aspecto distinto que el de otros adultos mayores.

En teoría, el estreñimiento podría ser un síntoma de un microbioma intestinal asociado con una peor cognición. Pero esto está por probarse.

“En este momento, no está claro si el estreñimiento en sí o la causa subyacente del estreñimiento (ya sean las alteraciones en el microbioma intestinal o un cambio en la dieta) subyacen a esta asociación”, apuntó Claire Sexton, director sénior de programas y alcance científicos de la Asociación del Alzhéimer, en declaraciones recogidas por HealthDay News.

Sexton, que no participó en el estudio, dijo que si las personas tienen un estreñimiento crónico, pueden hablar con el médico sobre cómo gestionarlo.

El Dr. Dong Wang, investigador sénior del estudio, hizo comentarios similares.

“Estos resultados enfatizan la importancia de que los profesionales clínicos hablen sobre la salud intestinal, sobre todo el estreñimiento, con los pacientes mayores”, planteó Wang, del Hospital Brigham and Women’s y la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

Añadió que las personas pueden prevenir el estreñimiento y mejorar su salud intestinal al comer bastantes alimentos ricos en fibra como las verduras, las frutas, los granos integrales y los frijoles, y al hacer ejercicio con regularidad.

Otra investigación se ha vinculado con los mismos hábitos de estilo de vida para reducir el deterioro cognitivo relacionado con la edad y la demencia.

El equipo de Wang basó sus hallazgos en datos de tres grandes estudios, que han estado monitorizando a más de 100.000 profesionales médicos de EE. UU. durante décadas. En 2012-2013, los participantes reportaron sobre sus hábitos intestinales, y entre 2014 y 2017, calificaron su propia función cognitiva.

Un subconjunto se sometieron a pruebas objetivas de las habilidades de memoria y pensamiento entre 2014 y 2018.

Los investigadores encontraron que, en promedio, estas puntuaciones objetivas fueron más bajas entre las personas que habían reportado un estreñimiento crónico (tener deposiciones cada tres días o con menos frecuencia) en comparación con las personas que eran muy regulares (una deposición por día).

De manera similar, las personas con estreñimiento les dieron unas calificaciones más bajas a sus capacidades cognitivas subjetivas.

Entonces, los investigadores profundizaron en la pregunta sobre los microbios. Encontraron que las personas con estreñimiento y una peor cognición tendían a tener relativamente pocas bacterias intestinales que producen butirato, un importante ácido graso que ayuda a controlar la inflamación. Las bacterias intestinales producen butirato cuando descomponen la fibra.

Otros dos estudios presentados en la conferencia respaldan el vínculo entre intestinos y cerebro.

Unos investigadores de UT Health San Antonio encontraron que los adultos de mediana edad y mayores con una “mala cognición” tendían a tener unos niveles más bajos de ciertas bacterias intestinales buenas. Por otra parte, los adultos mayores con una acumulación anómala de proteína en el cerebro (pero no con síntomas de demencia) también mostraban unos niveles mermados de ciertas bacterias buenas.

Aunque los hallazgos son interesantes, se necesita mucha más investigación, aclaró Sexton.

A los investigadores les falta mucho para probar que alterar las bacterias intestinales (mediante la dieta, los probióticos u otros medios) pueda ayudar a mantener agudo al cerebro que envejece.

La Asociación del Alzhéimer está realizando un ensayo clínico que evalúa los efectos de una dieta saludable (rica en alimentos de origen vegetal y fibra), el ejercicio y otras medidas del estilo de vida para ralentizar el deterioro cognitivo de los adultos mayores.

Sexton apuntó que esto incluirá una exploración más profunda de la pregunta sobre los intestinos y el cerebro, es decir, observar si los cambios en el estilo de vida alteran a las bacterias intestinales de las personas, y si estos cambios se correlacionan con su salud cognitiva.

Las investigaciones presentadas en reuniones médicas por lo general se consideran preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.