Adicciones

Drogas y abuso social

abuso social

Desde tiempos inmemoriales la humanidad consume drogas, y si en la antigüedad no se buscó una explicación del por qué probablemente por el desconocimiento de sus consecuencias, en la vida moderna ocurre todo lo contrario, y los numerosos estudios que se realizan permanentemente, la pregunta recurrente es ¿Por qué la gente consume drogas?

Las respuestas son muchas, y gran parte de ellas especulativas o subjetivas, pues en realidad cada adicto es en sí mismo una respuesta a esa interrogante, y ante tanta ampulosidad de razones los investigadores buscan aspectos comunes en los adictos para conformar una respuesta genérica pero coherente, casi siempre vinculada a aspectos sociales, sentimentales, económicos, espirituales en su más amplio sentido, y hasta de religión y de salud.

Los estudios se encaminan hacia aquellos aspectos atinentes con la responsabilidad social, no solo doméstica o familiar, sino también del Estado y su capacidad como gobernante de crear las condiciones sociales adecuadas que no empujen a la persona humana a buscar refugio en las drogas para solventar dilemas de su vida en los que tiene injerencia la cosa pública, como por ejemplo, el empleo, la distribución de la riqueza y la preservación de la salud física y mental de la gente como derechos humanos insoslayables.

En los tiempos modernos, la adicción es uno de los mayores problemas que azotan a la sociedad, pues muchas drogas que comenzaron siendo legales o creadas para fines médicos, se han convertido en verdaderas plagas para generaciones enteras, sobre todo cuando su uso se encubre, justificadamente o no, consciente o inconscientemente, sobre todo entre los jóvenes, en razones subjetivas como las siguientes:

Para adaptarse al ambiente. Para evadirse o relajarse. Para disipar el aburrimiento. Para parecer mayor. Para rebelarse. Para experimentar. Para olvidarse de sus problemas. Para no dejarse afectar por la diferenciación o discriminación social. Para olvidarse del desempleo. Para no pensar en la pobreza o miseria.

En suma, una larga lista de argumentos, todos inválidos, dirigidos a hacer creer a quien se inicia en la adicción que las drogas son una solución. Pero, a fin de cuentas, los estupefacientes se convierten en el problema de cualquier sociedad.

Sin embargo, ese desastroso panorama sería menos peligroso y extendido desde el punto de vista social si la sociedad fuera capaz de arrasar de raíz los cárteles del crimen organizado que han construido sus enormes fortunas gracias a la adicción que cultivan de forma permanente desde la infancia, pues tienen la táctica, los medios y los testaferros suficientes para crear adictos desde la escuela primaria, porque les es bastante fácil, lamentablemente, ir creando la adicción entre los niños, un verdadero crimen de lesa infancia.

Es importante, en consecuencia, que la familia tenga un conocimiento, aunque sea somero de los efectos de las drogas en la persona humana y de su mal uso o insumo adictivo, para que estén atentos al comportamiento de los niños y adolescentes, y puedan intervenir con el tiempo suficiente antes de que la adicción se apodere de ellos y el consumo se convierta en un hecho irreversible e irremediable. Esto es válido tanto para drogas ilícitas como las de uso lícito como el alcohol, el tabaco y medicinas prescriptas.

Ejemplos y efectos de drogas de abuso

Entre las lícitas, es decir aquellas de libre uso y venta, las más generales son las siguientes:

Alcohol: Debido a que el alcohol es un depresor, si la persona continúa bebiendo se presenta una última fase, llamada comatosa, donde disminuyen las diversas capacidades y funciones del organismo: incapacidad para caminar y hablar, desciende la temperatura del cuerpo y el ritmo cardiaco. Además hay posibilidad de muerte por paro respiratorio.

Tabaco: La nicotina actúa en el sistema nervioso central y periférico, alterando las funciones del corazón, de los sistemas respiratorio y endocrino, así como diversos procesos psicológicos.

Tabaco

Solventes Inhalables: Los efectos son inmediatos a dosis bajas son sedación, desinhibición, mareo, euforia, somnolencia, náuseas, vómito y dolor de cabeza. Con dosis mayores se presenta una reducción significativa del control de sí mismo.

Marihuana (en pocos países lícita, en la mayoría ilícita): Con dosis mayores de THC pueden presentarse reacciones de pánico (asociadas con el miedo a perder el control mental), ansiedad, temor y desconfianza, reacciones depresivas y paranoia.

Entre las ilícitas y tipificadas como delito punible importante, están, entre otras muchas, las siguientes:

Cocaína: Las primeras reacciones se caracterizan por un aumento en la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y la presión arterial; incrementa el estado de alerta y la actividad motora, provocando una sensación de euforia.

Heroína: Es una droga muy adictiva que se procesa de la morfina y por lo general se presenta como un polvo blanco o marrón, o como una sustancia negra y pegajosa. Se la puede inyectar, inhalar o fumar.

Tiene nombres comunes en español como “alquitrán negro” o “goma”. En inglés “smack”, “H”, “ska” y “junk”.

Los efectos a corto plazo de la heroína incluyen una oleada de euforia y confusión mental. Después de esta euforia inicial, el adicto pasa a un estado en el que se alterna estar entre completamente despierto o adormecido. La heroína deprime la respiración, por lo tanto, la sobredosis puede ser fatal. Los usuarios que se inyectan la droga están en riesgo de tener enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA y la hepatitis.

Drogas de Club: Constituyen un grupo farmacológicamente heterogéneo de compuestos psicoactivos que tienden a ser objeto de abuso por parte de adolescentes y adultos jóvenes en los clubes nocturnos, bares, fiestas “rave” o en el contexto de la música “trance”.     

Las drogas de club incluyen el GHB, el Rohypnol y la ketamina, la MDMA (éxtasis) y las metanfetaminas.  La LSD y otros alucinógenos también se consideran drogas de club.

Se les conoce además por sus nombres comunes. La metanfetamina como “anfeta”, “meta” y “tiza” en español, o como “speed”, “meth” y “chalk” en inglés. La forma de la droga que se puede fumar se conoce como “hielo”, “cristal”, “vidrio” y “arranque” en español, o como “ice”, “crystal”, “crank” y “glass” en inglés.

La LSD se conoce como “ácido”  o “micropuntos” en español y “acid”, “blotter” y “microdots” en inglés. La ketamina como “la keta”, “la K especial” o “vitamina K” en español y “vitamin K”, “special K” o “jet” en inglés. A la PCP se le dice “ángel”, “combustible de cohete”, “la píldora de la paz”, “ozono” y “polvo de ángel” en español o “angel dust”, “rocket fuel”, “ozone” y “wack” en inglés.

En general las drogas de club tienen efectos diferentes. La ketamina distorsiona la percepción y produce sentimientos de aislamiento del medio ambiente y de la propia persona, mientras que el GHB y el rohypnol son sedantes. El abuso del GHB puede causar coma y convulsiones, mientras que las dosis altas de ketamina pueden causar delirio y la amnesia. El Rohypnol® puede incapacitar a los usuarios y causar amnesia, y, especialmente cuando se mezcla con alcohol, puede ser mortal.

Esteroides Anabólicos

La mayoría de los esteroides anabólico-androgénicos son sustancias sintéticas similares a la testosterona, la hormona sexual masculina que ocurre naturalmente. Se toman por vía oral o se inyectan. Algunas personas, especialmente los atletas, abusan de los esteroides anabólicos para desarrollar su musculatura y mejorar su rendimiento. El abuso de esteroides anabólicos puede causar problemas graves de la salud, algunos de los cuales son irreversibles.

Efectos:

Entre los efectos principales del abuso de esteroides están daño al hígado, ictericia, retención de líquidos, hipertensión arterial y aumento del colesterol “malo”. Además, los varones corren riesgo de encogimiento de los testículos, calvicie, desarrollo de los senos e infertilidad. Las mujeres corren el riesgo de crecimiento de vello facial, cambios en la menstruación, calvicie de patrón masculino y engrosamiento de la voz. Los adolescentes corren riesgo de tener baja estatura el resto de sus vidas, cambios acelerados en la pubertad, además de acné severo. Todos los usuarios, pero especialmente aquellos que se inyectan la droga, corren riesgo de contagiarse con enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA y la hepatitis.

Medicamentos de Prescripción

Esta categoría de drogas lícitas las dejamos para el final por su complejidad. El consumo indebido o abuso de medicamentos de prescripción es ilícito y ocurre cuando una persona toma un medicamento recetado que no le fue prescrito o lo toma en una dosis o por razones distintas de las prescritas.

El abuso de medicamentos de prescripción puede producir efectos graves para la salud, incluyendo la adicción. Las clases de medicamentos de prescripción que se suelen abusar incluyen los opioides (recetados para el dolor), los depresores del sistema nervioso (recetadas para la ansiedad y los trastornos del sueño) y los estimulantes (para el TDAH y la narcolepsia).

Los opioides incluyen la hidrocodona (Vicodina®), la oxicodona (OxyContin®), el propoxifeno (Darvón®), la hidromorfona (Dilaudid®), la meperidina (Demerol®) y el difenoxilato (Lomotil®). Los depresores del sistema nervioso incluyen los barbituratos como el pentobarbital sódico (Nembutal®) y las benzodiacepinas como el diacepam (Valium®) y el alprazolam (Xanax®). Los estimulantes incluyen la dextroanfetamina (Dexedrine®), el metilfenidato (Ritalin® y Concerta®) y las anfetaminas (Adderall®).

Efectos:

El uso prolongado de los opioides o de los depresores del sistema nervioso puede llevar a la dependencia física y a la adicción. Los opioides pueden producir somnolencia, estreñimiento y, dependiendo de la cantidad que se toma, pueden reducir la respiración. Los depresores del sistema nervioso disminuyen la función cerebral, si se combinan con otros medicamentos que causan somnolencia o con alcohol, pueden disminuir peligrosamente la frecuencia cardiaca y la respiración. Si se los toma en ocasiones repetidas o en dosis altas, los estimulantes pueden causar ansiedad, paranoia, temperatura corporal peligrosamente alta, latido irregular del corazón o convulsiones.